Cuando la bomba nuclear explotó en Hiroshima, ningún estadounidense pensó en las consecuencias que este acto traería. ¡Miles y miles de personas murieron tras esta catástrofe y más aún sufrieron las consecuencias meses después!
Uno de estos ejemplos es el caso de Sadako Sasaki. A ella la bomba atómica le pilló dentro de su casa y, aparentemente, no sufrió daño alguno. Pero, al pasar los meses, le empezaron a salir unos lunares púrpuras y le diarnosticaron leucemia y un máximo de un mes de vida.
Ella, desesperada, se aferró a una antigua leyenda japonesa, que decía que si hacías 1000 grullas de papel los dioses le concedería un deseo. Pero, pese a su esfuerzo, sólo pudo conseguir hacer 644 y, en agosto de 1955, murió. Su pareja terminó las grullas de papel que le faltaban y las incineró todas con ella.
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